viernes, 31 de octubre de 2008

El vestido de novia, emblema del matrimonio

El vestido de novia, emblema del matrimonio

El matrimonio, ceremonia pública de un vínculo privado, presenta elementos comunes entre las distintas épocas, como por ejemplo, aunque condicionado por los diferentes momentos históricos, económicos y sociales, el vestido de novia. Este vestido ha sido siempre un signo de afirmación de un estado social (el conyugal) que está a punto de ser alcanzado, y de la adquisición de una nueva condición económica en un contexto que contempló durante mucho tiempo al matrimonio como un contrato estipulado entre los padres de los novios. Con la evolución de las costumbres y la aparición de una nueva mentalidad, el acontecimiento movería intereses y recursos cada vez más amplios. La celebración, sea religiosa o civil, es esperada con impaciencia por los novios, requiere gastos considerables e involucra a un número cada vez mayor de personas, aunque el centro de atención, ahora y hace siglos, es la novia y el vestido que lucirá.

La novia romana vestía una túnica blanca tejida en rayas verticales y con un cinturón anudado con el "nudo de Hércules", que sólo el marido podía deshacer, y un manto color azafrán, el mismo color que las sandalias

En el cabello, peinado con seis trenzas unidas por una cinta, llevaba un velo anaranjado (flammeum) que le cubría el rostro, y sobre el velo, una corona de mejorana y verbena. Los vestidos nupciales tenían, como el resto del vestuario romano, un aspecto muy sencillo y lineal que se enriquecería con nuevas telas y joyas procedentes de Oriente, hasta alcanzar el fasto de la época imperial. Con posterioridad, el refinadísimo gusto bizantino influiría con su riqueza al romano, y es esta fastuosidad, oficialmente reconocida, la que distingue al vestido de novia en estos siglos.

En el siglo XII apareció el vestido de cola, acompañado por una serie de leyes suntuarias referentes al lujo, que declaraban la guerra a los fastos desenfrenados. La novia se ponía sobre la camisa plisada una chaqueta forrada de armiño de las que solo se veía el borde, el cuello y los puños; sobre la misma, otra chaqueta bordada en oro de seda verde con grandes mangas que llegaban hasta el suelo. Un cinturón-joya ceñía la cintura.

En el siglo XIII, época de la burguesía naciente, también el vestuario femenino registró una mayor variedad de líneas, con mangas muy ajustadas que, gracias a la aparición de los botones, podían separarse del vestido. Valentina Visconti, al casarse en 1389 con Luis de Turena, entró en París llevando una chaqueta de escarlata - valiosa tela teñida de este color - bordada con perlas y diamantes, exhibiendo en su cabeza una corona de flores de oro.

Beatriz de Este inspiró los modelos de su época. Diseñadora avant la lettre y embajadora en toda Europa, lució vestidos bordados con perlas y diamantes, dando vida a un estilo que estuvo muy de moda en el siglo XV. Así, por ejemplo, para los vestidos de novia de Mannina de Médicis y Bianca María Sforza se realizaron mangas ricamente bordadas.

El vestido de Lucrecia Borgia, esposa de Giovanni Sofrza, realizado en brocado de oro y plata, con una larga cola, causó sensación en 1493. El matrimonio era, para todas las clases, una ocasión para hacer alarde de riqueza.

El siglo XVII estuvo dominado por el gusto barroco. El elemento de seducción de este siglo fue el escote cubierto por ligerísimos velos. Entre las novias famosas de la época se encuentran María de Portugal, que se casó con Alejandro Farnesio, y que lelvaba un vestido blanco bordado en oro, y María de Medicis, que vestía de "blanco y ricamente adornada" cuando se casó en octubre de 1600 con Enrique IV, rey de Navarra. La reina tuvo un gran éxito, con un escote cuadrado de su creación, bordeado por un collar rizado. Aunque en el día de sus bodas las novias estaban autorizadas a llevar vestidos muy especiales, confeccionados con telas preciosas, y a lucir joyas, para las muchachas se invocaba habitualmente la sencillez.

El siglo XVIII se vió influido en sus tres periodos (Barroco, Rococó, Neoclasicismo) por el estilo francés. La prenda principal fue la andrienne, vestido muy escotado y ceñido, de cuyos hombros bajaba un manto con una ancha cola. Con esta línea se realizó el vestido de novia de Carlota Aglae de Orleans en 1720.

En 1813 hizo aparición en el Journal des Dames el primer figurín para vestido de novia realizado en blanco; fue en este periodo cuando la simbología de los colores adquirió un claro significado. La condiciión femenina requerida, hecha de pureza, castidad y humildad, estaba representada por las blancas sedas del vestido nupcial. En 1854 se confirmó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción, y el vestido blanco de novia recibió su bendición. El vestido de la Reina Victoria, que se conserva en un museo de Londres, era de satén blanco, tenía un corpiño ceñido con solapa y mantilla de encaje inmaculado. Blanco, con faille de seda, bordado en oro y plata, era el vestido que llevaba María Luisa de Austria en su boda con Napoleón Bonaparte. La princesa Sissi (Isabel de Baviera) lucía un estilo joven y altivo. Su vestido para la boda con Francisco José era de raso blanco con una larga cola bordada en oro y plata, embellecida por un manto con la misma ornamentación. En la cabeza, un velo de tul con motivos de rosas. También Margarita, al casarse en 1868 con el príncipe Humberto de Saboya, lucía raso blanco. El vestido, con una cola de casi tres metros de larga, estaba bordado con rosas, flores de azahar y margaritas.

Hacia fines de siglo, la novia debia contar con tres vestidos para el matrimonio: rosa para la recepción, en ocasión de la firma del contrato matrimonial; negro "de visita" para el matrimonio civil que precedía al religioso; blanco con velo para la ceremonia en la iglesia. Pero en esta época, el vestido blanco era patrimonio de la novia rica. "Cuando me casé llevaba vestido negro. Todas se casaban con vestido de lana y con la chalina era un vestido de lujo. Si era verano, el vestido era de lana ligera, pero siempre negro". Esto es lo que cuenta una campesina que se casó en 1899. En este periodo de matrimonios reales, los soberanos de la moda eran los modistos Worth y Erté.

En el siglo XIX la moda evolucionó notablemente; los vestidos nupciales se simplificaron, y eran de tafetan o satén. Después de la II Guerra Mundial las tendencias se inspiraron más en la simplicidad y en el aspecto práctico. La línea del vestido de novia suele ser romántica, fascinante en cualquier periodo de la historia. El matrimonio, tanto hoy como ayer, representa el momento más importante, que precisa de un vestido único, "símbolo del gran día", acaso alquilado en las casas de vestuario teatral, del mismo modo que se alquila un Rolls Royce o un Bentley.

Artículo aparecido en la colección de fascículos de miniaturas de perfume, como historia de la moda en general.

No hay comentarios: